“El mito de saber la ley”

COLUMNA 09 de febrero de 2023
Por Walter Andrés Prado, Profesor de Historia-Abogado M.P. 4056.
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 Hola comunidad de lectores de Clodomira.Ar!

Mi nombre es Walter Prado, profesor de historia y abogado, con profundas raíces en la ciudad que nos alberga, nos cuida y es la residencia de nuestros afectos principales. 
El motivo de este escrito es presentarles este nuevo espacio que aquí se inicia. Se trata de una columna periódica, en la cual vamos a exponer difundir y explicar de la manera más simple posible todo lo relacionado al derecho, a la ley que nos gobierna en el día a día. Que nos rige sin que nosotros sepamos desde que nacemos hasta después de que nuestra vida se acaba pues luego de fallecidos nosotros, la ley sigue operando en relación a nuestra persona. Sea que hayamos redactado un testamento disponiendo de nuestros bienes en vida o a través de una sucesión en la cual, nuestros descendientes (hijos/as) ascendientes (padre y/o madre) o cónyuge (casados legalmente) se distribuyen, según el orden y prioridad que la propia ley lo indica, los bienes que a lo largo de toda nuestra vida fuimos acumulando.  

Digo que nos gobierna desde que nacemos pues, al momento de nacer vivos el estado ya nos asigna un número. Somos alguien para la ley porque existe un acta de nacimiento que el Registro Civil y Capacidad de las Personas controla y expide nuestro Documento Nacional de Identidad. A partir de ese momento se nos impone derechos y obligaciones que la ley finge que todos conocemos. 

Y es este el primer tema que quiero abordar. La ficción de que todos conocemos la ley. ¿Todos conocemos nuestros derechos y obligaciones? ¿Todos manejamos el amplio abanico de derechos que regulan nuestras relaciones con nuestra familia y el resto de la sociedad? El Código Civil y Comercial tiene 2.671 artículos. El Código Penal tiene otros 316. La Ley de Contrato de Trabajo (20.744) unos 277. Las leyes más recientes superaron la numeración 27.500. Todo esto, únicamente a nivel nacional, ya que luego existen las leyes provinciales, las ordenanzas municipales, los distintos decretos de los poderes ejecutivos nacionales y provinciales, etc. Ante esta abrumadora cantidad de leyes la respuesta que se impone es un rotundo NO. Sin embargo la propia ley entiende que SI, todos los habitantes de la Nación Argentina conocen sus derechos y obligaciones. Esto surge de nuestro principal cuerpo normativo que regula las relaciones entre ciudadanos en particular, de particulares entre sí: el Código Civil y Comercial de la Nación. Este código mantiene un precepto en su artículo que lo heredamos del Imperio Romano, que pasó a España y desde la península Ibérica recaló en Argentina a través del largo devenir histórico.  

El principio (admite excepciones) que subsiste hasta hoy es “Ignorantia iuris non excusat” esto también se llama “Principio de inexcusabilidad” e implica básicamente que la ignorancia de las leyes no sirve de excusa para su incumplimiento. Esto se encuentra plasmado en el art. 8° de nuestro Código Civil y Comercial de la Nación y establece que “La ignorancia de las leyes no sirve de excusa para su cumplimiento, si la excepción no está autorizada por el ordenamiento jurídico”. Es decir, nadie puede decir que no cumplió la ley porque no la sabía. “Yo no sabía que producir lesiones a alguien estaba prohibido”.  

Como hube dicho la ley supone que todos la conocemos aunque en la realidad esto no es así. Muchísimos desconocemos tanto nuestros derechos como nuestras obligaciones. Entonces ¿por qué el derecho impone esta ficción de que todos sabemos todo? Pues porque sin este principio legal nuestro mundo sería insoportable y la convivencia humana sería una ficción en sí misma. Todos incumpliríamos la ley y solo bastaría con alegar nuestro inocente desconocimiento para librarnos de un castigo y seguir nuestra vida normal, como si nada hubiera ocurrido. Ante esto, la ley dice: “Todos me conocen, aquel que no cumple lo que yo ordeno, prohíbo, permito o prescribo lo hacen a conciencia y asumirán las consecuencias que yo mismo indico”. Por eso la figura que simboliza a la Justicia tiene una espada en la mano. Simboliza la posibilidad de usar la espada, la fuerza, el castigo para garantizar la coexistencia pacífica entre todos aquellos que componemos la sociedad y no podemos por nosotros mismos acordar principios básicos de paz y armonía.  
Aquí entra nuestra actividad, la de los abogados, quienes como auxiliares de la justicia y profesionales del derecho tenemos el deber de acercar a la mayor cantidad de personas posibles, el conocimiento simple y riguroso de lo que se puede y no se puede hacer según la ley vigente. Y lo más importante como hacer cumplir lo que la ley nos otorga como facultad.  

Sirva entonces el presente espacio para divulgar, conocer y discutir el derecho desde el llano, desde el lugar común y cotidiano que nos afecta para bien o para mal en nuestra vida diaria. Siempre desde la humilde perspectiva propia, producto de mi formación y práctica profesional, que no es la única verdad ni la absoluta. Es solo la perspectiva que el camino me ofrece y la pongo en juego.  


Hasta la próxima. 
 

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