El "Mensaje Pastoral" que nos deja Francisco

Revolucionó la Iglesia puertas adentro, humanizó el mensaje; " Dios no se cansa de perdonar" expresó.

El mundo21/04/2025Clodomira.arClodomira.ar
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Ciertos gestos iniciales del Papa, de apertura, llevaron a algunos a esperar, como ironizó Luke Coppen, editor del semanario británico Catholic Herald, “que el Papa dejase de ser católico”. Lo que Francisco criticó fue a “una Iglesia obsesionada sólo con el aborto y el matrimonio gay”. Apuntó contra la reducción del mensaje a ciertos aspectos de la moral: “No se le presta atención al anuncio del Evangelio y se pasa a la catequesis, preferentemente al área moral -dijo-. Y dentro de la moral se prefiere hablar de la moral sexual. Que si esto se puede, que si aquello no se puede, que si se es culpable”.

El Papa quiso dar vuelta esa lógica para poner en primer plano los pecados del espíritu: el egoísmo, la codicia, la indiferencia ante el dolor ajeno; señalar a “los mercaderes del templo”, los que no entienden que la riqueza “es un bien sólo si ayuda a otros”. “Dios no se cansa de perdonar”, repetía, pero también aclaraba: “ojo, que Pedro era pecador, no corrupto: ¡pecadores sí, corruptos no!”

En 2010, el todavía cardenal Bergoglio decía: “La opción básica de la iglesia en la actualidad no es disminuir o quitar prescripciones o hacer más fácil esto o lo otro, sino salir a la calle a buscar a la gente, conocer a las personas por su nombre. Salir a anunciar el Evangelio”.

Algunos confundieron esta actitud con una suerte de secularización, pero el Papa, a dos meses de haber asumido, pidió a los cristianos no tener vergüenza de vivir con “el escándalo de la Cruz”. Jesús no escandalizó por sus obras, sus palabras o sus milagros, sino porque afirmó ser Hijo de Dios. “Esto es lo que no se tolera, el demonio no lo tolera”, agregó. “Cuántas veces escuchamos: ‘Sean un poco más normales, no sean tan rígidos, sean razonables’. ‘¡No nos vengan con que Dios se hizo hombre!’ Podemos hacer todas las obras sociales que queramos, y dirán: ‘¡Qué bien la Iglesia, qué buena tarea social hace!’ Pero si decimos que hacemos esto porque estas personas son la carne de Dios, viene el escándalo”.

La Iglesia no es una ONG, sostenía, desarmando los intentos de asimilar su mensaje a posiciones laicas, despojándolo de la radicalidad del mensaje evangélico. “Cada vez que Francisco muestra su lealtad a la enseñanza católica, denunciando el aborto, por ejemplo, hacen oídos sordos”, se quejaba Coppen. Y pronosticaba que “en algún momento los fans del nuevo papa” se iban a dar cuenta de que él no bendeciría la ordenación de mujeres o el casamiento gay, “y entonces se pondrán en su contra”.

De hecho, a lo largo de estos años, hubo selectividad en la amplificación que se daba a sus declaraciones. Si el Papa decía que abortar es como contratar un sicario para matar, oídos sordos. Lo mismo pasó con sus condenas a la ideología de género: “Es de las colonizaciones ideológicas más peligrosas, porque anula las diferencias”, dijo el 10 de marzo de 2023 a La Nación. En la misma entrevista se explayó: “Hay gente un poco ingenua que cree que es el camino del progreso y no distingue lo que es respeto a la diversidad sexual o a diversas opciones sexuales de lo que es ya una antropología del género, que es peligrosísima porque anula las diferencias, y eso anula la humanidad, lo rico de la humanidad, tanto de tipo personal, como cultural y social, las diferencias y las tensiones entre las diferencias”.

Muchos fingen no escuchar esto. En ciertos casos, las propias autoridades eclesiásticas de los países no se hacen eco del mensaje para amplificarlo y, sobre todo, para aplicarlo a su misión.

Pero también abundaron los dirigentes argentinos que no dudaron en robarle tiempo para una audiencia y una foto, sin hacer luego de la defensa de la vida su principal bandera. “Soy católico, pero...”, fue la patética excusa más escuchada, en boca de los mismos que luego le pedían que viniera al país.


Reformas

Con el peso de las críticas a la institución cayendo sobre las espaldas de su antecesor -lo que engrandece el gesto casi sacrificial de Joseph Ratzinger, que con su renuncia se llevó esa cruz al hombro- y utilizando el explosivo prestigio que ganó rápidamente en los primeros meses de su papado, Bergoglio avanzó en el reordenamiento interno de la curia, la transparencia administrativa y la apertura de las estructuras vaticanas para una mejor representación de la iglesia universal.

Lo primero fue la creación de un Consejo de Cardenales que lo asesoraría en el gobierno de la Iglesia, con el objeto de que “los episcopados del mundo se vayan expresando en el mismo gobierno de la iglesia”, como explicó. Un objetivo central fue el saneamiento de las finanzas vaticanas -motivo de una larga sucesión de escándalos-; decisión que no tardó en activar los lobbies a los que se había referido en la primera conferencia de prensa en el vuelo de regreso de Río de Janeiro (septiembre de 2013), cuando ante la pregunta por la existencia de un lobby gay, respondió que todos los lobbies eran “un problema”, como “el lobby de los avaros, de los políticos o de los masones”.

En torno a la reforma económica estos grupos se activaron de inmediato. George Pell, el cardenal australiano al que Bergoglio ungió como una suerte de ministro de economía y que contrató una auditoría externa para las finanzas vaticanas a fin de garantizar una total transparencia, fue víctima de una falsa denuncia por abuso -que le llevó tres años (uno en prisión) desmontar-.

Esta tarea de reforma siguió de un modo más discreto o más alejado de la atención mediática, pero no menos disruptivo: lo prueban precisamente las operaciones que cada tanto trascienden. Una de las últimas fue el intento de atribuir críticas póstumas a Francisco por parte del papa emérito Benedicto XVI, fallecido el 31 de diciembre de 2022, y con quien Bergoglio, contra todo pronóstico malintencionado, convivió de modo armónico durante casi todo su papado.

Transcurrida cierta primavera “franciscana”, volvió al ruedo el doloroso tema de los abusos, con investigaciones todavía en curso, y heridas sin cerrar. Aunque ha sido poco reconocido, fue Benedicto XVI quien reformó el derecho canónico para facilitar la expulsión de sacerdotes culpables de estos crímenes.

Esta línea fue seguida por Bergoglio, que aprobó protocolos aún más estrictos en el enfoque de estos casos. “La Iglesia -dijo- no puede tratar de esconder la tragedia de los abusos, sean del tipo que sean. Tampoco cuando los abusos se dan en las familias, en los clubs, en otro tipo de instituciones. La Iglesia tiene que ser un ejemplo para ayudar a resolverlos, sacarlos a la luz en la sociedad y en las familias”.

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